domingo, 3 de marzo de 2013

MI POESIA FAVORITA

Cual es tu poesía preferida. Escríbenos esos versos para que podamos conocerlos y no olvides citar su autor.

14 comentarios:

  1. Mi vida es un erial:

    Mi vida es un erial,
    flor que toco se deshoja;
    que en mi camino fatal
    alguien va sembrando el mal
    para que yo lo recoja.
    DE: Gustavo Adolfo Bécquer
    CANDI

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  2. Gustavo Adolfo Bécquer

    Amor eterno

    Podrá nublarse el sol eternamente;
    Podrá secarse en un instante el mar;
    Podrá romperse el eje de la tierra
    Como un débil cristal.
    ¡todo sucederá! Podrá la muerte
    Cubrirme con su fúnebre crespón;
    Pero jamás en mí podrá apagarse
    La llama de tu amor.

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  3. POESÍA DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

    Alguna vez la encuentro por el mundo,
    y pasa junto a mí;
    y pasa sonriéndose, y yo digo:
    —¿Cómo puede reír?
    Luego asoma a mi labio otra sonrisa,
    -máscara del dolor,
    y entonces pienso: —Acaso ella se ríe,
    como me río yo.
    Alguna vez la encuentro por el mundo,
    y pasa junto a mí;
    y pasa sonriéndose, y yo digo:
    —¿Cómo puede reír?

    Luego asoma a mi labio otra sonrisa,
    máscara del dolor,
    y entonces pienso: —Acaso ella se ríe,
    como me río yo.

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  4. Asomaba a sus ojos una lágrima
    y a mi labio una frase de perdón;
    habló el orgullo y enjugó su llanto,
    y la frase en mis labios expiró.
    Yo voy por un camino, ella por otro;
    pero al pensar en nuestro mútuo amor,
    yo digo aún: "¿Por qué callé aquel día?",
    y ella dirá: "¿Por qué no lloré yo?"
    Promedio:
    DE:Gustavo Adolfo Becquer

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  5. Poema de la paz

    De Rafael Alberti:

    “ ¡ Paz, paz, paz ! Paz luminosa.
    Una vida de armonía.
    Sobre una tierra dichosa”.
    “ Paz sin fin, paz verdadera.
    Paz que al alba se levante
    y a la noche no se muera”.

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    1. GRANADA

      Granada, calle de Elvira,
      donde viven las manolas,
      las que se van a la Alhambra,
      las tres y las cuatro solas.
      Una vestida de verde,
      otra de malva, y la otra,
      un corselete escocés
      con cintas hasta la cola.

      Las que van delante, garzas
      la que va detrás, paloma,
      abren por las alamedas
      muselinas misteriosas.
      ¡Ay, qué oscura está la Alhambra!
      ¿Adónde irán las manolas
      mientras sufren en la umbría
      el surtidor y la rosa?

      ¿Qué galanes las esperan?
      ¿Bajo qué mirto reposan?
      ¿Qué manos roban perfumes
      a sus dos flores redondas?

      Nadie va con ellas, nadie;
      dos garzas y una paloma.
      Pero en el mundo hay galanes
      que se tapan con las hojas.
      La catedral ha dejado
      bronces que la brisa toma;
      El Genil duerme a sus bueyes
      y el Dauro a sus mariposas.

      La noche viene cargada
      con sus colinas de sombra;
      una enseña los zapatos
      entre volantes de blonda;
      la mayor abre sus ojos
      y la menor los entorna.

      ¿Quién serán aquellas tres
      de alto pecho y larga cola?
      ¿Por qué agitan los pañuelos?
      ¿Adónde irán a estas horas?
      Granada, calle de Elvira,
      donde viven las manolas,
      las que se van a la Alhambra,
      las tres y las cuatro solas.
      Fátima Selena.

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  6. Retornos Del Amor Tal Como Era

    Eras en aquel tiempo rubia y grande,
    sólida espuma ardiente y levantada
    Parecías un cuerpo desprendido
    de los centros del sol, abandonado
    por un golpe de mar en las arenas.

    Todo era fuego en aquel tiempo. Ardía
    la playa en tu contorno. A rutilantes
    vidrios de voz quedaban reducidos
    las algas, los moluscos y las piedras
    que el oleaje contra ti mandaba.

    Todo era fuego, exhalación, latido
    de onda caliente en ti. Si era una mano
    la atrevida o los labios, ciegas ascuas,
    voladoras, silbaban por el aire.
    Tiempo abrasado, sueño consumido.

    Yo me volqué en tu espuma en aquel tiempo.
    Rafael Alberti.

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    1. Poema de Gongora

      Al tramontar del sol

      Al tramontar del sol, la ninfa mía,
      de flores despojando el verde llano,
      cuantas troncaba la hermosa mano,
      tantas el blanco pie crecer hacía.

      Ondearle el viento que corría
      el oro fino con error galano,
      cual verde hoja de álamo lozano
      se mueve al rojo despuntar del día;

      Mas luego que ciñó sus sienes bellas
      de los varios despojos de su falda
      -término puesto al oro y a la nieve-,

      Juraré que lució más su guirnalda
      con ser de flores, la otra ser de estrellas,
      que la que ilustra el cielo en luces nueve.

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    2. Lloraba la niña
      (y tenia razón)
      la prolija ausencia
      de su ingrato amor. 4

      Tan niña
      que apenas, creo yo,
      que tenia los años
      que ha que la dejó

      Llorando la ausencia
      del galán traidor
      la halla la Luna
      y la deja el Sol,

      Añadiendo siempre
      pasión a pasión,
      memoria a memoria,
      dolor a dolor.
      Gongora

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  7. Francisco de Quevedo

    A Celestina



    Yace en esta tierra fría,
    Digna de toda crianza,
    La vieja cuya alabanza
    Tantas plumas merecía.

    No quiso en el cielo entrar
    A gozar de las estrellas,
    Por no estar entre doncellas
    Que no pudiese manchar.

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  8. Luis de Góngora
    A NUESTRA SEÑORA DE ATOCHA, POR LA SALUD DEL REY DON FELIPE III

    En vez, Señora, del cristal luciente,
    Licores nabateos espirante,
    Los faroles, ya luces de Levante,
    Las banderas, ya sombras de Occidente.

    Las fuerzas litorales, que a la frente
    Eran de África gémino diamante,
    Tanto disimulado al fin turbante
    Con generosidad expulsó ardiente,

    Votos de España son, que hoy os consagra
    Sufragios de Filipo: a cuya vida
    Aun los siglos del Fénix sean segundos.

    Fiebre, pues, tantas veces repetida
    Perdone al que es católica bisagra,
    Para más gloria vuestra, de ambos mundos.

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  9. Francisco de Quevedo
    A un hombre de gran nariz

    Érase un hombre a una nariz pegado,
    Érase una nariz superlativa,
    Érase una alquitara medio viva,
    Érase un pez espada mal barbado;

    Era un reloj de sol mal encarado.
    Érase un elefante boca arriba,
    Érase una nariz sayón y escriba,
    Un Ovidio Nasón mal narigado.

    Érase el espolón de una galera,
    Érase una pirámide de Egipto,
    Los doce tribus de narices era;

    Érase un naricísimo infinito,
    Frisón archinariz, caratulera,
    Sabañón garrafal morado y frito.

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  10. A UNA NARIZ

    Érase un hombre a una nariz pegado,
    érase una nariz superlativa,
    érase una nariz sayón y escriba,
    érase un pez espada muy barbado.

    Érase un reloj de sol mal encarado,
    érase un alquitara pensativa,
    érase un elefante boca arriba,
    era Ovidio Nasón mas narizado.

    Érase un espolón de una galera,
    érase una pirámide de Egipto,
    las doce tribus de narices era.

    Érase un naricísimo infinito,
    muchísima nariz, nariz tan fiera,
    que en la cara de Anás fuera delito.

    Nuria R.M.

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  11. Francisco de Quevedo. Romance.

    «A los moros por dinero;
    a los cristianos de balde.»
    ¿Quién es ésta que lo cumple?
    Dígasmelo tú, el romance.

    Yo, con mi fe de bautismo,
    tras ella bebo los aires;
    por moro me tienen todas:
    dinero quieren que gaste.

    En lenguaje de mujeres,
    que es diferente lenguaje,
    de balde es dos veces dé,
    cosa que no entendió nadie.

    Todas me llaman Antón,
    todas me cobran Azarque,
    y son, al daca y al pido,
    mis billetes Alcoranes.

    El sombrero que les quito
    se les antoja turbante,
    y mi prosa, algarabía,
    por más español que hable.

    Sin duda, romance aleve,
    que, por sólo el consonante,
    a los pordioseros fieles
    les diste alegrón tan grande.

    Y aquella maldita hembra,
    para burlar el linaje
    de los Baldeses de paga,
    tocó a barato una tarde.

    Iuego que el romance oí,
    me llamaba por las calles
    cristianísimo, sin miedo
    del rey de Francia y sus Pares.

    ¿Adónde están los cristianos
    que gozan de aqueste lance?:
    que en el reino de Toledo
    los Pedros pagan por Tarfes.

    Si la que lo prometiste
    en esa cazuela yaces,
    más gente harás, si te nombras,
    que las banderas de Flandes.

    Doña Urraca diz que fue
    la del pregón detestable:
    que cosa tan mal cumplida
    no pudo ser de otras aves.

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